05. Brilla su belleza en este mundo muerto
El Mató en el Luna, reencontrarse con su música y el vacío del Súper Terror.
Cuando empecé este pequeño experimento llamado newsletter me puse como premisa personal el hecho de priorizar la constancia por sobre la calidad de lo que llegara a escribir. Así que ésta va a ser una entrega marcada por esa promesa cómplice y, además, por la brevedad.
El Mató A Un Policía Motorizado para mí, como funciona para muchxs con Taylor Swift, son de esos artistas que uno siente, silenciosamente, que crecen con uno y con sus amigos. Cuando el mundo se adentra en un declive que parece inexorable, ellos se encargan de conectar con esa dirección y esa noche eterna que cantan no se vuelve un mero escondite sino que hace de refugio allí en donde es importante cuidarnos y darnos lo especial. En un momento te diste vuelta y la banda dejó de tocar por dos años, pero de repente vos también fantasmeaste y te refugiaste quien sabe para qué. Siento, como creo que sentimos muchxs más allá de ser ‘’artistas’’ o no, que El Mató como la consagración de la banda de amigos es un bastión de justicia poética que corre por fuera de las tendencias y de las fórmulas del éxito. Y para los chicos sensibles que nos cuesta ser cancheros, verlos tocando para miles y miles de personas después de tantos años se siente como parte de una batalla inmemorial librada por los tímidos para hacer que ser tímido, estar chiquito, pueda estar de moda, pueda ser cool. En fin, para que la depresión de época contenga algo de épica.
Ayer, en nuestro primer recital juntos, los fuimos a ver con mi prima Lola al Luna Park en la presentación de su último disco Súper Terror. El año pasado los había visto en La Plata después de mucho tiempo con mi amiga Vico en el marco de un festival y había tenido ya su pequeña épica: ir a verlos jugando de locales no sé por qué fantaseo que los sitúa a ellos en un lugar más de relajo y de dejar que la gente direccione la energía de la noche. Un factor que acompañó a la banda desde que comenzó a crecer creo que fue también el compuesto variado. El hecho de haber surgido como gurpo en un clima cultural poscromañón, siendo contemporáneos de los Strokes y a su vez tener que dialogar y reinventarse a la par de la emergencia de las nuevas escenas del indie nacional, hizo que su música y sus discos fueran transversales a diferentes generaciones.
Creo que lo que nos pasó a muchxs de mi generación, y que creería tiene algo de sentido porque se encausó con una suerte de ‘’ocaso del under’’ (¿), fue que escénicamente y a nivel performático lo que bandas como El Mató proponían se nos había agotado. Pero tenía que ver también con el estímulo constante: no quiero la pose de la no-pose, quiero luces locas, bailarines, cambios de vestuario, etc. Entonces vino Louta con una burbuja y, obviamente, amplió el repertorio de propuestas que se rotularon como ‘’alternativas’’: no desmerezco a los grupos que surgieron en reacción a ese ocaso porque algunos son tremendos, simplemente a lo largo de los años me llamó la atención que de repente todo virara para ese lado.
Viéndolos ayer y habiéndolos escuchado por primera vez en el secundario gracias a mi amigo Bruno que me quemaba la gorra con Sábado y Doctora Muerte, me llena el alma ver que son y siguen siendo la banda del momento. No hubo cambio de vestuario, no hubo bailarines, no hubo invitados y aún así hubo una consonancia casi total con el momento que estamos viviendo en el cual su música funciona como un refugio que de tanto en tanto dispara o más bien susurra algunas verdades. Como dice Roberto Jacoby en Superficies de Placer sobre su trabajo como letrista de Virus, las letras ricas y valiosas no se valen de ser metáforas complejas. Es más, ni siquiera se valen de ser metáforas: la gracia es juntar una palabra con otra y generar una descarga de energía en el cuerpo que se traduzca en ganas de vivir. Con que haya un pad dulce y duro y un doble hi-hat mientras Santi cante ‘’no te duermas: todo el universo depende de eso’’ ya es suficiente para empezar a mover las cosas de lugar.
Habiendo dicho esto parcialmente convencido, creo que, y debemos ser varios, muchas de las canciones de Súper Terror (lpm) nos hablan del fenómeno político electoral y de un agotamiento en términos culturales de las cosas en las que creímos y en sus consensos que logramos esta última década. A aquella partida del amor romántico y de la empatía que se esbozaba en La Sintesis O’Konor, se añade un descontento político (no cualquiera) y, explicitado o no, un temor por el fin de las garantías sociales y de los consensos donde ya no existe una figura que encarne y vehiculice su lucha. Ese vacío -que también tematizó Babasónicos en un gesto casi justicialista- de representación, de esperanza espiritual de vida, ‘’Quiero saber a quién seguir (…) el líder dijo me voy a rendir (…)’’ se articula con la idea de abrazarlo precisamente para recomponerse en un gesto heroico. Porque en la decadencia y en un mundo muerto, las cosas pequeñas, aunque agonicen, brillan más, adquieren su pequeña trascendencia.
Al igual que ahora nadie anda por Facebook y cuando alguien comparte una canción o un artículo uno siente que vale y no es mero spam de Instagram, los Diamantes que nos entregan las canciones más sentidas o las Medallas de Oro que llegan cuando un pueblo más lo necesita, son definitivamente fuerzas que por agotarse solo les sale dar lo mejor que tienen para dar, aunque su gran hazaña devenga en una enorme soledad.
El Mató “ épica” estalla el corazón !!!!!
Emocionan tus decires y escritura ❤️🔥
Por favor que increíble esto